Descendiente espiritual de aquellos Pilgrim Fathers, el infatigable y polifacético Franklin transmitió a su época en el texto de su Autobiografía la necesidad de seguir cultivando una ética que no descuidara las fuentes clásica y judeocristiana de nuestra cultura, a la vista de las oportunidades que brindaba la vida en el Nuevo Mundo. La Autobiografía de Franklin, plagada de anécdotas y enseñanzas de su larga vida, inacabada por definición, como el mundo en que se habia gestado, iniciada como una carta a su hijo y continuada como un testimonio ante sus conciudadanos, conserva todo el valor promisorio de los textos fundamentales de la tradición norteamericana.