El autor de este libro pasó de trabajar en el mundo editorial, darclases de interpretación actoral y estar bien considerado, a serbipolar, con vida de bipolar, con pensión de bipolar. Y ser mirado ytratado como bipolar; en algunos casos con desconfianza, en otros conpaternalismo y casi siempre con recelo.
Esta obra valiente ysincera cuenta cómo el sentimiento de ineptitud social, junto a lacronicidad de la medicación parecen el camino marcado para alguien que ha sufrido una crisis mental grave. Es fácil que el diagnóstico seconfunda con la esencia de la persona y se reduzca a una receta cómoda para millones de personas. A un diagnóstico. Con el valor emocionalde lo vivido, este libro resulta tan intenso que rehúye la posibilidad misma de redención. Pero de eso se trata. De afrontar la soledad, eldesamparo, con ayuda ajena, hablando, compartiendo la angustia. No dedescribir patologías ni de marcar con dudosos diagnósticos, sino decomprender, si se puede, y de aliviar el sufrimiento. Nada que ver con la autoayuda ni con la negación radical de la medicación, perotampoco con una biomedicina pautada, inf