En Guerra en España, decía Juan Ramón Jiménez que "mientras el hombre ha valido en el mundo, como hombre, España ha estado en su sitio". España es un proyecto nacional, es decir, constitucional, democrático y parlamentario, que debe su existencia a la historia. A partir de la institución de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, que desde su fundación en 1907 presidió Santiago Ramón y Cajal, cesando en el ejercicio únicamente con su propio fallecimiento en 1934, y hasta el golpe de Estado y comienzo de la Guerra Civil en 1936, España asistió al compromiso hasta sus últimas consecuencias, el testimonio público, la adhesión cívica, y la ilusión apasionada de los constructores del Estado de Derecho, y tanto en el trabajo parlamentario como en la actividad académica, en todas las formas de la creación plástica y de la militancia ciudadana. En una nación, decía el profesor y diplomático madrileño José María Semprún Gurrea, se puede y se debe vivir y morir con libertad y dignidad. Y, por una nación, se asumen sacrificios. Pero esta adhesión racional no sólo no excluye, sino que integr