Durante la segunda mitad del siglo XIX los militares españoles recorrieron medio mundo combatiendo en una serie de intervenciones que a la larga nada aportarían de provecho al conjunto de la sociedad y que son muy desconocidas por el público actual.
Los estados pontificios, Méjico, Marruecos o la Cochinchina fueron solo algunos de los campos de batalla en los que España malgastó su hacienda y la sangre de los hombres que vestían su uniforme, que con su sacrificio y abnegación demostraron estar por encima de los políticos que regían los destinos de la nación.