En 1949 el trompetista Miles Davis vivió una semana en París. En Francis descubrió un mundo donde su genialidad era admirada tanto por el gran público como por la crema de la intelectualidad. Pero, sobre todo, descubrió a la joven cantante Juliette Gréco, con quien mantuvo un romance que aunque duró siete días, lo acompañó el resto de su vida.