Odio, violencia y emancipación son, sin duda, categorías heterogéneas, que remiten a esferas nítidamente diferenciadas de la vida humana. Así, la primera -el odio- ha tendido tradicionalmente a ser recluida en la esfera de lo privad, esto es, a ser considerada como un sentimiento estrictamente individual. En consecuencia, se interpretaba que de su estudio debían ocuparse determinadas disciplinas (en especial la psicología, aunque no sólo ella), especializadas en el conocimiento de los diversos aspectos de la individualidad.
Ahora bien en los últimos años se ha hecho evidente que la generalización del odio (junto con alguna otra categoría complementaria, como es el miedo) no puede seguir siendo analizada de forma tan restrictiva. Se odia y se teme demasiado (y a demasiadas cosas) como para seguir pensando que tales sentimientos son asunto de cada cual.