A lo largo de sus tres mil años de historia, el Egipto faraónico sólo fue gobernado en cuatro ocasiones por una reina que adoptara oficialmente todos los atributos de un monarca. No obstante, no fueron pocas las que como regentes durante la minoría de edad de un rey dirigieron de hecho el Estado, en ocasiones durante más de una decena de años. Otras, en cambio, tuvieron una notable influencia por mediación de su esposo y participaron en la política del país, representando a su lado un papel a la vez político y religioso.
Esta obra reúne los retratos de doce reinas cuyos rasgos nos han sido transmitidos por numerosos monumentos. Las más conocidas ?Hatshepsut, Tiyi, Nefertiti y Nefertari? se unen a otras que lo son menos, pero todas ellas dejaron su huella en su época, ya fuera porque su presencia garantizó la continuidad del Estado o, justo por lo contrario, porque amenazaron la estabilidad de éste mediante sus intrigas en la corte.
Al describir a estas doce reinas fuera de lo común,
