A pesar de sus diferencias, Adán, un hijo de emigrantes morroquíes, y Eva, una adolescente judía, pronto descubren que tienen mucho en común. Ambos estudian en un selecto colegio de Herengracht, en Amsterdam, y, aunque por motivos distintos, son objeto de burla de sus compañeros, pues son muchos quienes creen que los judíos son inmundos y beben sangre, y que los musulmanes roban todo lo que pueden.
A través de una historia repleta de belleza e ingenuidad, la autora nos recuerda que la intolerancia se esconde en las habitaciones de nuestras casas y nos invita a contemplar el mundo con otra mirada, con la inocencia y la curiosidad de Adán y Eva.