En 1969, John Keel desesperado ante el amateurismo y la falta de rigor de la ufología estadounidense, decide dar un paso adelante y crearAnomalía, un boletín distribuido por correo que trataba de servir denexo, sistematizar los numerosos avistamientos de no identificados yestablecer unas buenas prácticas alrededor de la, muy sesgada,investigación ovni. Esa era la idea original, claro. Luego el boletínse convirtió en algo tan surrealista y delirante como el propiofenómeno ovni. Durante once números, de 1969 a 1976, John Keel seesforzó en establecer una metodología común que permitiera «reunir los hechos disponibles y presentarlos a la prensa y al público de formalógica e imparcial», pero en paralelo comienza a recopilar y compartir todo tipo de recortes de prensa protagonizadas por apariciones,monstruos, ovnis y osos, muchos osos (!). Número a número, Keel vaconformando un alucinante collage donde tienen cabida sus certerasreflexiones mecanografiadas con furia, artículos de William Burroughso un sinfín de estas ya mencionadas noticias que harían las deliciasde cualquier ávido Hombre de Negro. Anomalía de este