Cuando los médicos ya no pueden curar y se debe aceptar lo inevitable, el final de la vida, aún hay mucho por hacer: cuidar y ayudar a vivir con dignidad hasta el último minuto. Se trata de una tarea que confronta a los profesionales con el paradigma de la curación bajo el cual fueron formados. A su vez, los seres queridos del enfermo se embarcan en un viaje marcado por el dolor y la incertidumbre.
Una enfermedad terminal provoca en quien la padece, así como en su entorno y en el equipo médico un alto impacto emocional. Es fácil caer en la desesperanza cuando ya se sabe cuál será el desenlace. Sin embargo, ¡es tanto y tan importante lo que queda por hacer! Porque si se acepta lo inevitable, todo lo evitable se puede mitigar. Los cuidados paliativos consisten en la atención activa e integral de las personas con un pronóstico de vida limitado, así como de sus allegados.