En mi búsqueda sobre lo que es un libro de memorias, me aparece que es una oportunidad importante para dar valor a la experiencia, al esfuerzo, a la trayectoria, a los logros y a la capacidad de vencer dificultades. La verdad es que no era ese mi objetivo cuando inicié la redacción de estos episodios que tienen ustedes entre sus manos y que son, en parte, fruto de la pandemia y del envite de algún amigo. No quería resaltar ninguna experiencia, ningún esfuerzo, ni logro ni capacidad. Sí relatar una trayectoria, unos sucesos, algún que otro hecho, a veces dramático y a veces tan penoso que nos produce la carcajada más escandalosa y ruidosa. Realmente, ya superados los setenta años, puedo asegurar que no tengo ni he tenido nunca muy buena memoria. La justa para ir tirando. Pero le suceden a uno cosas y la vida nos pone a veces ante situaciones tan ridículas, que se nos hace difícil olvidar ciertos momentos porque nos avivan sentimientos tan propios como vitales. Aquí encontrarán de todo: bueno, regular y malo. Es como la vida misma. Piensen en su trayectoria y verán que la mía no ha sido diferente ni extraordin