La discriminación negativa no es cosa de sociedades que instituyan, ateniéndose al derecho, diferencias de trato entre los individuos por razón de su origen, de su rango o de su religión. Al contrario, es cosa de sociedades que formalmente proscriben ese tipo de diferenciaciones, pero que las practican en masa. Esta es la contradicción que explica la situación de los jóvenes de la banlieue hoy día en Francia, sobre todos si son procedentes de la inmigración.