Después de las dos guerras mundiales, el léxico conceptual moderno, tan fuertemente embebido de categorías teológico-políticas, ya no está en condiciones de desatar los nudos que desde muchos puntos nos constriñen. Lo cual no quiere decir que haya que rechazarlo en bloque, ni siquiera en sus degmentos individuales- como, por ejemplo, el de persona-, sino inscribirlo en un horizonte a partir del cual se pngan finamente de manifiesto sus contradicciones más visibles, para hacer posible, y necesaria, la apertura de nuevos espacios de pensamiento.