A la crisis del contrato social que vive el Norte de África, se le ha unido una crisis socioeconómica que, acentuada tras la pandemia, se ha visto agravada por los efectos globales de la invasión rusa de Ucrania. Ello ha puesto de manifiesto tanto las vulnerabilidades y dependencias externas de los estados del Norte de África en materia de seguridad alimentaria, como su voluntad de mantener políticas exteriores independientes en una conyuntura internacional compleja. Es en este contexto que las élites autoritarias o semiautoritarias de estos países se ven abocadas a reactualizar o reformular sus modos de legitimación.