Émile no es un gato cualquiera. Para empezar, te mira como quiensiente todo de todas las maneras. Transmite serenidad y calma.Definitivamente, se trata de un gato distinto. No sólo no cazaratones, sino que le encanta el yoga. Mejor dicho: Es un yogui. Sólohace falta verlo cómo hace la postura del gorila, la de la cobra o ladel dragón... y ¡hasta la del perro, que ya es decir! En esta no haynadie que se le iguale.