«Las noches de luna roja nunca traen nada bueno, y aquella lo era. Solo estábamos en el cortijo usted y yo.»
El mundo rural no siempre se parece a la Arcadia que buscaba don Quijote ni es tan bucólico o idílico como a veces lo imaginamos, sino que es como la vida misma.
El protagonista de este monólogo interior se encarga de presentárnoslo, junto a sus sentimientos y resentimientos, en voz baja, a través de un imaginario e imposible diálogo con su madre.
Personajes sin nombre recorren lugares comunes sin saber, o sabiendo a ciencia cierta, qué les deparará el destino.