Osamu Dazai escribe la historia con esa prosa característica de los japoneses: sutil y comedida, parece contarle algo amable y delicado al lector aunque en realidad esté hablando de putas y de borracheras y de sentimientos de aversión al mundo. Indigno de ser humano es, con 12 millones de ejemplares vendidos, la segunda obra de ficción más vendida en Japón, sólo superada por Kokoro de Natsume Soseki.