Cada día, una persona en España viene a utilizar entre siete y nueve productos pertenecientes al sector de la cosmética y la perfumería, aunque son 28 los productos que cada año entran en contacto con el cuerpo de un español. Todo ello conforma un sector el de la belleza que factura anualmente en España cerca de 8.500 millones de euros, resultado de un consumo per cápita de 170 euros al año, cifra muy superior a la media europea que asciende a 140 euros. Un mercado, el español, goloso para las grandes corporaciones de la cosmética que obtienen en él pingües beneficios procedentes de una sociedad como la española, devota de un arquetipo de belleza que generalmente le viene impuesto por las grandes marcas internacionales y por unas extraordinarias inversiones en publicidad. Con este atractivo escenario, no es de extrañar que España se haya convertido en los últimos años en un objeto de deseo de las multinacionales de la cosmética que no dudan en utilizar todo tipo de armas en defensa de una tarta en la que no quieren que participen más comensales de los estrictamente necesarios. Y cuando se trata de un mercado