Miguel Enciso, antiguo secretario del Príncipe de Viana, decide, ya al final de su vida, enviar un largo despacho a la reina Blanca de Navarra, madre de don Carlos. En su relato explicará las copiosas controversias que la inoportuna vida de don Carlos arrastró: las horas dedicadas a los estudios, la adversidad de un matrimonio estéril, la incierta proclamación en Pamplona y los desafíos que le enfrentaron a su padre, el rey Juan II de Aragón, las guerras que su figura desencadenó y las paces que firmó y vio inmediatamente rotas. Habla también de las circunstancias de la muerte del Príncipe en Barcelona, hecho singular y definitivo pues, de no haber sucedido, la unidad peninsular seguramente no se hubiera forjado.
El secretario Enciso, que no esconde la amargura de saberse olvidado en un rincón del reino, aporta, además, otro dato relevante: el Príncipe, hombre de su época, ha tenido varios hijos naturales, pero uno de ellos, nacido en un pueblo costero de Mallorca, acaba de llegar a las Indias Occidentales y lleva por nombre Cristóbal Colón.