Siempre me he preguntado si este pequeño astronauta llegó realmente a sentirse solo, perdido entre las estrellas. Seguro que echó de menos a la Luna buscando atinar alguna estrella.
Y a base de atinar estrellas y anillos perdió contacto.
Primero se despidió de la civilización aunque nunca se sintió muy a gusto.
Luego se despidió de sus amigos, pues gracias a ellos llegó a Marte.
Después de su familia, por ellos emprendió ese viaje de sueños siderales y metas espaciales.
Por último, de sí mismo. Y esa era la parte más difícil. Dejó de luchar contra él.
Ya no se sabe nada de ese viajero.
Sólo ha quedado esta carta.