Aquel viaje mítico que comenzó cerca de donde el sol se despierta cada día fue trazando sendas que se bifurcan, como raíces escondidas delbosque. Aquel viaje tejía sueños de palabras, que siempre son hilos al viento. Los iba tramando para que fuera, alguna vez, texturahospitalaria. Era un tejido de exuberante diversidad, espejo textualde ese paisaje icónico que transita los azules del mito, los ocres dela ciencia, los verdes de la creatividad capaz de asombrarnos de nieve o de jardines.
Poco esfuerzo hay que hacer para que imaginemos,en los bordes del mismo mar de los múltiples nombres, la experienciade las preguntas, ese afán y esa vocación de diálogo con el exceso delo humano que hemos acabado llamando Filosofía. Y que esa inquietud,todavía sin limitar por los conceptos, estuviera empapada de amor alas palabras voladoras que acaban dibujando el testimonio de lascostas físicas y de las costas del alma, el de las cordilleras, cimas, valles y paisajes de horizonte