IGLESIAS TURRIÓN, PABLO / MONEDERO, JUAN CARLOS
Cada acto del Gobierno nos representa porque compromete la hacienda y la voluntad de la ciudadanía. Si el poder político declara la guerra, regala el patrimonio, pacta con el infierno o presta el territorio, debajo está, en la democracia representativa, la firma de cada ciudadano y ciudadana.
No te gustan, pero te representan. A no ser que la autorización politica que nace de las elecciones se rompa. Entonces, el poder pierde a su interlocutor convertido en desobediente. Las elecciones ya no son cheques en blanco, los partidos dejan de ser interlocutores y la voluntad del Parlamento deja de ser la voluntad de la nación.
Si un proceso destituyente se abre, ya no basta una simple reforma del sistema electoral. Es la hora de un nuevo contrato social.