La situación de los refugiados en Europa está poniendo en evidencia lo peor de muchos gobiernos, lo mejor de otros gobiernos algunas honrosas excepciones y, una vez más, el tremendo divorcio entre la ciudadanía y quienes dirigen los destinos de los países. Frente a la actitud solidaria de la sociedad, en un caso como el de España, el Ejecutivo no da respuesta a sus compromisos con los refugiados. Incluso a pesar de advertencias de instituciones internacionales, se trata mal a los inmigrantes que intentan refugiarse en nuestro país; en muchos casos, se des- precian los derechos de una población tan vulnerable como es la de los niños y los jóvenes. Hay que analizar cuánta responsabilidad tiene Europa por el apoyo y el posicionamiento oficial a las partes en conflicto en el hecho de que estas personas hayan tenido que huir o salir de sus países. Europa es responsable de las generaciones perdidas que vagan en tierra de nadie sin poder encontrar refugio.