El atentado del 11M cambió Madrid para siempre. Paula y
Virginia lo sufrieron en primera mano: una se salvó de milagro
en la estaciónde Atocha y la otra se acercó aún más al horror.
El mundo setambaleó y la amenaza se instaló en las vidas de
todos loseuropeos. Pero hoy ya nadie parece acordarse de
aquel día. Ya nadie lo evoca ni lo comenta, apenas se menciona
en una conversaciónbanal. Y cuando menos lo esperamos,
el miedo regresarepentinamente. Asomada a su azotea,
Paula rememora su alocadaadolescencia en los arrabales de
la capital. Siempre hay un tren es el retrato de la noche canalla
a ritmo de Sabina, un homenaje alos migrantes madrileños
y un viaje en el tiempo, desde la movidaochentera hasta los
meses prepandémicos de 2020.