¿Qué me impulsó a escribir este libro?:
La sensación personal de que existe una considerable distancia entre la actuación de los políticos y el sentir de los votantes. El convencimiento de que las Cortes Generales han perdido buena parte del poder que les atribuye un sistema parlamentario como el nuestro, en favor de un poder ejecutivo, que a su vez controla férreamente al partido y a su grupo parlamentario.
La evidencia de la disfunción a la que han llegado tanto el Congreso de Diputados, como el Senado, como consecuencia de que, por efecto de la Ley electoral actual, se ha convertido aquel prácticamente en la cámara de representación territorial y a éste en una institución casi vacía de contenido.
El hecho de que nuestra ley electoral, hecha a medida de los partidos que estuvieron llamados a protagonizar la transición a la democracia, ha derivado en una situación, seguramente no prevista (¿o sí?), en la que partidos localistas han logrado una sobre- representación en el Congreso de los Diputados. Hemos llegado a tener un Congreso de los Diputados que parece más una cámara de representación territorial, con unos partidos localistas sobrerrepresentados y con una importante capacidad de chantaje.
En este libro propongo unos cambios dirigidos en primer lugar a buscar un mejor nivel de representación, para lograr la sintonía perdida entre la actuación de los represen- tantes políticos y las expectativas de los representados. En segundo lugar a hacer del Congreso de los Diputados la verdadera cámara de representación de la soberanía na- cional, en la que todo diputado sea verdaderamente representante de todo el pueblo español. En tercer lugar a lograr una composición del Senado más acorde con su mi- sión de representación territorial, dotándole de mayores capacidades.