A veces te prestan una casa y te prestan la vida. O la recuperación de una parte de la vida. O de una parte de la vida para dos. Y cuando ese préstamo es continuo y en diversas épocas del año (en todas las estaciones) parece que recuperas también una estela de pasión y de paisaje. Y cuando esa casa, antigua y prestada, está llena de recuerdos y de objetos que otros han vivido y sentido y amado, esa casa se convierte en tu casa y esos recuerdos en tus recuerdos. Pasión y paisaje y casa. Y vida: tú y yo. Y, por ello, poesía.
Estos poemas tienen su origen en las distintas estancias que hemos pasado Esperanza y yo en la casa que tan generosamente nos prestan Begoña y José, en el pueblo de El Castaño del Robledo, en la maravillosa Sierra de Aracena.