Nos encontramos ante una sociedad hecha escombros e incapaz deafrontar cualquier empresa colectiva y menos cuando aquella que seexige es de una envergadura no recordada por las actualesgeneraciones. A las administraciones les ha sobrado acusacionesvertidas sobre los ciudadanos, y les ha faltado pedagogía. Hansobrealimentado los discursos del miedo, y han desestimado cualquierposibilidad de alentar la reflexión ciudadana. Nos han queridoexclusivamente máquinas obedientes, y nunca han llegado a comprenderque la única forma de alcanzar un verdadero estado decorresponsabilidad era incentivando la toma de conciencia crítica decada individuo.