En enero de 1936 Alfredo Muñiz fue nombrado jefe de redacción del periódico El Heraldo de Madrid. Poco despuñes, el 16 de febrero, día de las elecciones generales, habría de empezar a redactar el presente diaria hasta su interrupción del día 15 de julio, cuya hoja quedó en blanco. Sus últimas anotaciones habían correspondido a las descripciones de los asesinatos del teniente José Castillo y de José Calvo Sotelo. Apenas faltaban tres días para que, el 18 de julio, estallara la guerra y el rumbo de su vida y de la de millones de españoles cambiase de manera radical y para siempre.